miércoles, 30 de junio de 2010

Las Lluvias de Mañana

















Los días serenos,
en la fina tierra del parque
se abre un hueco
donde retumban truenos,
vibran rayos
y las gotas salpican furiosas
a las luciérnagas del día.

La gracia de la furia
atraviesa la tierra
desde el cielo de abajo
y aúllan las lluvias de mañana
bajo el suave sol del mediodía
.
En tanto
vuelan las mariposas y las gotas del día
se cuelan por gargantas
rutilantes y vivas
como hembras pequeñas y preñadas
que caen, que se deslizan
hacia ese agujero de diámetro pequeño
que salpica de lluvia
el sol del mediodía

Las lluvias de mañana nos muestran
al tiempo que se emborracha de lo eterno
Se precipitan y sus gotas
nos hablan del futuro y sus recodos
donde se pierden las borrascas
y los soles
avanzan en manadas
hacia el centro celeste de la tarde.
.

Las lluvias de mañana llenan nuestros pechos
de tempestades, rayos. Por momentos
el viento se transforma en céfiro
y se llena de niñas
que vuelan descalzas, sin paraguas
sobre la sombra de muertos asombrados;
de gusanos enormes y brillantes
que traen la sombra de los huesos
en los últimos pliegues del silencio.
Las lluvias de mañana
se detienen un instante
y el parque del fondo de la casa
se hunde en un silencio súbito
De inmediato
las borrascas, los rayos,
los dolores de parto de mañana
te hacen hijo del tiempo,
de sus manos sin carne
de sus pies deshilados
que tenuemente
caminan las cabezas de los días
y el aguacero sugerido
que desde el día siguiente
diseña una quebrada
bajo el caliente mediodía
donde la vida fluye.
Mañana
entre la lluvia
el pan se convertirá en baldosas
y los gorriones
en vasos de vino fulgurante
que embriagarán crepúsculos
donde la tristeza
horadará con amargas panelas
las paredes de piedra de la casa.
Ahora las lluvias de mañana
muestran el centrífugo agujero
donde el tiempo se devora a sí mismo
y podemos jugar
a ser los dioses de aquel patio
en el que la invisible olla
del mediodía de verano
ensaya sus rumores y sus cantos,
sus soliloquios,
sus promesas
su apaciguar de masas y corderos
la cena ritual que preparamos
cuando las gotas nos arrastran
y nuestra ropa
cae en jirones
y nuestra desnudez nos vuelve ángeles,
buitres que arrullan los ovillos
de azul eternidad.
Gocho Versolari

domingo, 27 de junio de 2010

El Gato Montés en la Rama del Cerezo




















El gato montés
se sostiene de la rama del cerezo. A veces
salta a los agujeros del día,
a los hoyos negros donde la nostalgia
se pinta de negro la cara y las manos;
pero regresa
una vez,
otra
el tremendo felino
y el frágil árbol con su peso
se agita como una fuego lejano

A veces
pretende el gato reducirse,
aquietarse
hundirse en las almohadas del crepúsculo;
convertirse en flor blanca,
y exhalar la noche como un humo
por sus fauces enhiestas. El cerezo
tiembla bajo su vientre;
mientras la brisa lo amortaja
y la rama sueña el instante preciso
en que los depredadores
se pinten de azul
y beban hojas y raíces
y se abracen como recién nacidos
a los rayos del sol.

El gato montés
aferrado a la rama del cerezo
no deja de mirarme con ojos amarillos
Pululan los parásitos por su piel sedosa
y la belleza
se junta en enjambres y en manadas
desde sus dientes colosales
Abajo el río lento
en esta época del año
sostiene los bastiones del sol:
lentos animales
que envejecen cerca de las cinco
y buscan su lugar en el cerezo
junto al gato montés y no sabemos
si el animal acecha
o simplemente
ha llegado hasta allí
por el azar fecundo que atraviesa
las horas,
las rocas y la pena

Por momentos
su figura negra habla de algarabía,
de mañanas de feria
de guirnaldas,
de rostros de muchachas y de risas
rodando hacia el enorme mediodía.
Pero después bosteza
y el horizonte azabache de su glotis
traga el aire del mundo.

Canto negro y tenue,
el felino aferrado al cerezo
hunde sus dientes
en la garganta de la física
y clava las garras
en las mejillas frías de la lógica.

La tarde
prepara su hundirse
en el brocado reluciente de la noche
y el felino es un canto
una flor negra, enorme
fantasías de árbol
sueños enloquecidos
de húmedas raíces

El cielo se hunde en un azul oscuro
donde reptan las culebras de los sueños
y en el gruñido del gato se refleja
la impotencia del cosmos cuando anhela
desplegar ahora mismo
el silencio, el sonido
el fin, el principio, pero en tanto
el felino se agita en la rama
como una nostalgia
colosal y negra
que anhela arrastrarse en las entrañas.

Más tarde volará.
(animal caliente devorando
los espacios del cielo)
y beberá los duendes de la noche
y verá las estrellas fundirse lentamente
hasta forjar la silueta de lo bello
que se descolgará como una sombra
y flotará en el vientre del felino
cuando llegue la aurora.

Gocho Versolari

Un caos lúcido: "los pájaros ciegos" Gocho Versolari

Un caos lúcido: "los pájaros ciegos" Gocho Versolari

jueves, 24 de junio de 2010

El Espectro de mi Madre





















El espectro de mi madre
llegó en sueños
pálido como la madrugada,
azul como la noche
con la mirada suplicante
de aquella tarde dispersa y neblinosa
en que la soledad
construia estatuas en la plaza
y amasaba los pájaros del mar



Llegó el espectro
como escultura de carne y de ceniza.
Me miró en silencio;
espera; súplica.
Su agonía seguía esperando mi presencia:
una palabra apenas
una levísima gota de saliva
sobre sus estertores.
y se marcharía en los hombros de Caronte


Perlas azules en la luna
sangre en las nubes;
niños que mueren en el cielo
Me bastó un sólo gesto
en que abracé la niebla,
corderos deshilados
ácidos, petunias;
agonizantes insectos de la noche.
Ella siguió esperando. Después de dos eones
no creía en las marchas
ni en las despedidas
y en su carne de plumas coloidales
se reflejaban las ovejas de la madrugada

aterido de soles,
penetrado de pájaros,
el espectro cargó su soledad
pesada como la columna de la luna,

Después llovió sobre la noche
más vacía que antes y en el sueño
una marcha de marrones espectros
abrió gaviotas en su vientre
volcó a puñados sus fluidos
y luego se alejaron.
Arriba,
sangraban las estrellas.

Gocho Versolari

viernes, 4 de junio de 2010

Qué Blanco es el Cordero















Qué blanco es el cordero.
Míralo pastar serenamente,
como si nunca
lo hubiesen amarrado;
de patas y de boca;
Como si nunca
lo hubiesen encerrado
en un corsé de acero;
como si nunca
hubiera muerto de hambre
y hubiera renacido
para morir famélico de nuevo.


Qué blanco es el cordero.
Las mariposas aletean
y enero vaga lentamente
como una novia boba
por los trinos del parque

El cordero blanco es una mancha sobre el día.
Tan blanco
que anuncia flores rojas
y el rosal florecido
grita a las madrugadas
que cuando llegue el mediodía
habrá un muerto más sobre la tierra.

Gocho Versolari

Conversación con el Abismo


















"No debes temerme"
- dijo el abismo mientras las luciérnagas
devoraban el vacío de la noche-
"De no apartarme de tu inmensa boca
- respondí -
colgaría de la luna,
derramando mi semen
en los lustrosos altares de la noche"

"No me temas"
- repitió el abismo –
pende una cuadrada luna
mientras cantan elípticos
los pájaros de la locura
Ahora bebamos fraternales
como cuerdas azules de guitarra;
"

"De no temerte
caería en las trampas del vacío
que abre bocas en tersos mediodías.
De no temerte
sería uno de aquellos
que dejan diariamente
sus huesos y su vida
en la entrada del templo..."

"No me temas"
— Por tercera vez habló el abismo
levantando la copa
de líquido magenta.
Su negra boca ensanchó peñascos
Y bebió cabras
Y pájaros desnudos
Y oscuros insectos derrumbados


Los silenciosos rugidos de las águilas
picotearon suavemente mis orejas.
Ya no estaba el abismo; del lecho de la tierra
Había pasado a mis costillas
Y al costado del pecho
se abría la creciente boca,
el bostezo del suelo
el eterno devorador de vidas.

Ahora estoy solo
con mi copa de vino.
Apenas me sostiene
la silla de tres patas.
Se multiplican los abismos
en mi frente,
en mi costado.
Mi cuerpo se convierte en precipicio
y un vértigo se abre
en el riñón del mundo

Un niño llora y muere
Cuando aparece el buitre de la luna nueva

Gocho Versolari