Descalzo:
mis pies sutiles
como el suspiro de una alondra,
han afinado sus flancos,
han tallado las plantas
hasta el extremo del dolor
para caminar el pensamiento
que vuelve una y otra vez
cuando la tarde se llena de gárgolas
de rubios dragones
y de cadáveres.
Entonces
la tierra fina de la primera lluvia
contamina los grillos de mi mente,
el cencerro de las vacas
que bajan del cielo
serenas y mugiendo.
Caminar sobre las obsesiones,
las adolescentes, las decrépitas;
caminar sobre el cansancio
y los laberintos
donde se perdieran las miradas.
Descalzo
sintiendo siempre los pinchazos leves,
los relámpagos celestes en mis plantas,
los carámbanos de pan
que explotan mis empeines
Descalzo
camino ahora las serpientes de mi pecho
y uno con mis dedos
el punto leve
donde se extraviaran los cadáveres
dispuestos a cruzar la Estigia
La noche cena las muertas alondras
que cayeran del mediodía
ya tan lejano como un sueño
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