en milenios
bajo un cielo verde dividido en cabellos
He llegado a los límites
no sé si del tiempo o del espacio.
He llegado a los límites a secas
donde racimos de uvas azulados
se convierten en mechones de humo
donde las tardes se detienen un momento
con un gesto de quieto desconcierto
para luego caer decapitadas
He llegado descalzo
a la madre de todos los encierros
Mis pies ansiosos, en mis maduras piernas
como si en este panorama
donde la vida claudica y se retira
ellos volvieran a nacer
He llegado descalzo
y hundo mis pies en los metales
que se han unido unos con otros
los ancianos metales
y los metales jóvenes
que se abrazaron con amor inexplicable
y forman una llanura gris
que compite
con la temeridad caliente de la tierra
Hundo mis pies en la masa blanda
que asoma temerosa
de lo que alguna vez fueran las ciénagas
las amables serpientes,
los tiernos cangrejales y los gentiles tigres.
He guardado miradas
en mi planta y en mi arco transversal
para ver gesticular a los cadáveres
al encontrarse separados de su centro
Ahora marchan azules, solitarios
engrillados con cadenas de tierra
mirando al suelo y a la noche
Mis pies relucen en el centro
de aquella masa informe
que reemplazó la tierra.
y los fantasmas de los buitres
posternarán sus alas
y saludarán al nuevo sol
que se esconde en el medio de mis plantas
Saben que una estrella explotó
en las entrañas de mis pies y los impulsa
a hundirse en agujeros negros
para emborracharlos
de los hirientes aromas de la luz
Retorno finalmente
sabiendo
en mis pasos desnudos
la vida de la tierra
antes del grito verde
que reemplazara el cielo.
Mis pies: lo único que vive
en un mundo de muertos.
Gocho Versolari
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