lunes, 6 de septiembre de 2010

Descalzo en el Reino de la Tierra (7)














Hacia el amanecer
habrá terminado la batalla.
Saldremos a la destrozada aurora;
pisaremos descalzos
cenizas de cadáveres,
beberemos el jugo de estertores
y aguardaremos
con la entresombra hincando las entrañas

El fuego ardió toda la noche;
mi propio cuerpo calcinado
cuelga de las orejas del sol.
¿De dónde habrá salido
esta carne nueva,
este gesto impetuoso
esta energía
que curva la mirada de la luna?
Y mis plantas se apoyan
en la mañana llena de gracia
en sus senos de tiempo;

¿dónde se esconderían estos pies
que ahora hacen el amor
al día y a todo su cortejo.?

Toma mi mano.
No enterremos los muertos.
Ni siquiera
nuestros agonizantes rictus
en aquel cuerpo
en aquel otro.
Llegó la madre de todas las batallas:
es suficiente luto
el crujidos del cosmos,
el peso enorme de muertos y de vivos
la negra corola de las mariposas
que beben la cadaverina.

Descalzos,
con la ceniza hasta los tobillos,
buscaremos la fuente,
el manantial
en que nuestras plantas resuciten
y arrojen al foso del pasado
tantas muertes,
tantos coros de gusanos,
tantos cielos
volcados hacia adentro,
.
El himno de los recién nacidos
saltará en nuestros empeines;
que nuestros pies eleven
las cortinas del día

Ahora,
Aldebarán se oculta
y en el primer metatarsiano
se desploma
el jubiloso cantar de las estrellas.


Gocho Versolari

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