
Descalzo hasta la entraña,
hasta el límite del cuerpo
hasta el lugar donde el espacio
devora el tiempo.
Allí una tenue alfombra
acaricia mis plantas
y con los oídos de mi empeine
percibo el silencio del mar
y los cantos de los ciegos pájaros
que abren el aire caótico
con sus alas sin plumas.
Descalzo hasta el perinée,
hasta los tuétanos. Mis pies
se vuelven sobre mi costura
y recorren mi adentro:
atoradas angustias
cementerios de rosas,
masacres pajarinas
bajo el negro sol
que asoma y asoma
entre zargazos de azucenas. Mis dedos
beben las orquídeas,
los guantes olvidados
el destello del pan...
...Ahora
camino descalzo el sendero de amatistas
que lleva a tu silencio,
a tu sierpe plateada
a la que tomo de la cola.
Flexiono el pie derecho
y pendo ritualmente: mi cuello roto
y debajo ,
mis pies desnudos, blancos
y el agua de tus ríos,
corriendo por la carne de los sueños
y atorando
y ahorcando,
la música silente
que un niño deforme compusiera
más allá de los cielos.
Gocho Versolari
Excelente poema que trae a los pájaros liberando el silencio, el violeta olvido de una orquídea, los sueñoes en las rosas muertas. hay tanto paisaje como verso que renace en una emoción vivida o conocida...aguardando el paso de estos pies descalzos. Bella poesía amigo y la celebro!
ResponderEliminarMarisa Longarini
Gracias nuevamente querida Marisa. Intuyo que hay en vos una comprensión más que especial en estos poemas.
ResponderEliminarUn abrazo.